Cuando apareció, me dije que con frecuencia somos asaltados por golpes de inspiración, acepté con naturalidad su visita y me puse manos al relato. Tras una hora garabateando en vano, alcé la vista, y comprobé que la Inspiración, insólitamente, seguía allí. Reconfortado, me obstiné en redactar y corregir, con nulos resultados. Inquieto, busqué con la mirada a la Inspiración. Permanecía sentada en la lavadora, mirando fijamente la cazuela en que preparaba una de mis especialidades, la menestra. Entendí que estaba lista. Apagué el fuego, puse la mesa para dos y disfrutamos de una excelente comida.
[Microrrelato para el concurso El mejor final de la historia, organizado por la Cadena SER y la Escuela de Escritores. El título es el inicio propuesto, en este caso, por Felipe Benítez Reyes. A partir de ahí, un máximo de 600 caracteres, contando espacios. Si alguien se anima, ¡que escriba su final!]
sábado, 10 de febrero de 2007
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