¡un simple rádar de los Carabinieri te devuelve la fe en un mundo mejor!
Ya sean otros conductores los que te advierten del peligro, con un par de ráfagas de largas, ya seas tú mismo el que, en primera persona, pones en alerta al prójimo ante la trampa que acecha, participando en esta cadena solidaria te sientes inmediatamente embriagado por la pertenencia a algo más grande que el mero individuo aislado en su vehículo, por la pertenencia a una comunidad de humanos altruistas. Nada importa que se trate de un acto ilegal, de una bellaquería contraproducente para el conductor responsable; nada importa que bajo el inocente altruismo se esconda un burdo "do ut des"...La emoción que experimentas te reconcilia con el prójimo, y a la vez contigo mismo: uno para todos y todos para uno cuando el dinero, los puntos y la alegría de mandar a tomar por el culo a los agentes y su maléfico velocímetro están en juego.
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